domingo, 7 de junio de 2009

Lean estos articulos sobre los chicos de la calle

Estos son articulos de la gaceta (07/06/09)
En el campo, los padres llevan a los chicos a trabajar con ellos


En zonas de Chicligasta y Simoca el 50 % de los escolares hace tareas con su familia y llegan al aula enfermos y sin capacidad de concentración. Se redujo la ocupación de menores en el citrus.

CONCEPCION.- En los pueblos del interior tucumano el trabajo infantil es, en Es alentado un alto porcentaje, casi parte de una cultura familiar. principalmente por actividades agrícolas en las que rigen bajos sueldos o jornales. La labor de una sola persona no es rentable, pero sí cuando la hacen varios de una sola familia. “Coseche lo que se coseche, lo que se gana es apenas para sobrevivir. Entonces a veces uno va con los changos para ver si se puede sacar unos pesos más. Esa es la realidad, señor” confesó Manuel Soria, de La Junta, Río Chico.
Menos expuestos a riesgosLos emprendimientos familiares también empujan a los niños y adolescentes a involucrarse en ellos. Hortalizas, cortadas de ladrillos y granjas, son las actividades más comunes que desarrollan las familias.A diferencia de lo que sucede en las ciudades, en el campo los chicos siempre trabajan a la par de sus padres. Así, están menos expuestos a los riesgos que genera el desamparo.Sin embargo, las consecuencias, al igual que en las urbes, también se reflejan en las escuelas. “En las zonas rurales agrícolas, como El Molino, Gastona, La Calera y otras comunidades de Chicligasta y Simoca, se estima que el 50% de los menores que concurren a las escuelas de esos lugares, trabajan con sus padres. Para ellos es algo común y obligatorio” comentó la docente Paola Cáceres.
Agotados, sin atención¿Cómo se manifiesta el drama en las aulas? “Las criaturas a veces llegan enfermas y se las debe hacer retornar a sus hogares. Si se las ve muy mal las llevamos a un centro asistencial. Otras permanecen en clase agotadas y con poca atención. Es que salen de trabajar, ya sea a la mañana o la tarde, y enseguida concurren a clase”, añadió la maestra. “Los trabajos en el campo son muy rudos. Los realizan casi siempre bajo calores o fríos intensos” apuntó.
No hacen los deberesEl nivel de aprendizaje es reducido en más del 40% de los chicos de las zonas rurales, según estiman las maestras del campo. “Jamás hacen las tareas escolares que se les da para la casa porque no tienen tiempo. Por eso uno trata de que todas las actividades las hagan en la escuela. Es inútil pretender que estudien en sus hogares” enfatizó Paola.El comisionado comunal de Alpachiri-El Molino, Juan Ramón Mazzuco, aseguró que el problema de los niños que trabajan se redujo sensiblemente a raíz de las rigurosas prohibiciones que impusieron las empresas citrícolas y otras que operan en la zona.Además las inspecciones de los organismos laborales, dijo, son muy frecuentes. “El problema persiste en las zonas de producción hortícola. Son trabajos familiares y en los que no se puede intervenir. Es difícil comprobarlo“ concluyó.Un dirigente de la Uatre afirmó que en el limón bajó el empleo infantil. La inclusión educativa.

Venta callejera, fútbol y un ratito en el ciber
Va y viene por el microcentro, sobre todo por la zona del Mercado del Norte. Lleva en su mano izquierda una caja de golosinas. “¡Dos Mantecol por un peeeso!”, ofrece a viva voz. Un poco remiso a hablar con LA GACETA, dice que vende esos bocaditos dulces y que uno de sus hermanos y su madre ofrecen verduras. “Están a la vuelta, por la otra calle”, señala en dirección de Mendoza al 800. José tiene 13 años, es regordete e hincha de San Martín y dice que para él “vender esto me divierte y también me cansa porque son muchas horas para terminar la caja”. Cuenta que comenzó hace dos años ofreciendo frutas y verduras en el centro -su familia vive cerca del Mercofrut y allí se proveen de los productos-. “Antes iba a la escuela todos los días, pero ahora cuando estoy cansado no voy y mi mamá ya no me reta. Total, con la plata que gano todos los días tengo para la ‘pesi’ (por Pepsi), un panchito grande, le doy lo que me queda a ella y se pone contenta”. ¿Cuando seas más grande te gustaría trabajar en un comercio con aire acondicionado y calefacción? se le pregunta. “Sí porque ahí no se transpira y porque no hace frío, pero a mi me gusta la calle... y en el negocio no me dejarán salir”. El cronista le pregunta si tiene tiempo para jugar. “Sí, los domingos y a veces los sábados jugamos a la pelota en el barrio, a veces por plata. Y como soy delantero trato de hacer muchos goles para ganar el partido. Y también voy un rato al ciber...”.El diálogo se corta abruptamente. Su madre y su hermano acaban de llegar. La mujer, inquisidora, pregunta al periodista: “¿qué quiere?”. Se le explica que es una nota sobre trabajo infantil y que también es necesario saber qué dicen los padres. “Y bueno -habla más calmada-, hay que trabajar para vivir, ¿que no? Si no trabajamos todos los de la familia no hay para comer”. La mujer cuenta que ella trabajó desde chica en el campo (cerca de Santa Rosa de Leales) hasta que vino a la ciudad como empleada doméstica a tentar mejor suerte. “Si nadie nos da laburo, tenemos que vender en la calle y los changos (sus hijos) me tienen que ayudar. Yo no tengo marido”.Martín, a los 14 años, limpia parabrisas, lustra zapatos, corta el pasto, arregla jardines, pasea perros, cosecha limones o trabaja en cortadas de ladrillos desde que tenía ocho años.
“Mi papá me castiga porque dice que somos hijos del rigor. En realidad siento más pena que bronca”
“Si no llevo entre $40 y $50 me pegan”, cuenta temeroso Martín. Apenas tiene 14 años pero desde los 8 años no sólo limpia parabrisas de automóviles, taxis y colectivos también lustra zapatos, corta el pasto, arregla jardines, limpia fondos de casas, pasea perros mascotas, cosecha limones, trabaja en cortadas de ladrillos, vende diarios y hasta carga las bolsas en los supermercados. “Mi padre no trabaja, cobra un plan trabajar pero es alcóholico. Mi madre es la que sale a buscar la plata para comer y vivir el día a día junto a otros tres de mis seis hermanos”, contó a LA GACETA.Martín a veces debe esperar hasta la madrugada para poder descansar. “Mientras no junte la plata, no puedo volver a la casa”, expresó. “Hace seis años que ayudo así a mi familia” explica el chico de la mirada opaca y el rostro manchado de suciedad. Aunque sabe leer y escribir, aún no pudo terminar la primaria. “Este año volví a la escuela nocturna”, agregó.A pesar de su dura realidad, Martín tiene esperanzas. “Sé que tengo que estudiar para poder ser algo mañana. Pero si no podemos comer, ¿cómo voy a estudiar?”, reflexiona. No obstante ello, dice con orgullo: “sé que es malo trabajar desde niño; dicen que es una forma de robarnos la infancia. Pero peor es robar, asaltar, arrebatar a la gente, drogarse o matar para robar. Varios de mis conocidos del barrio hacen eso. A mí no digo que no me tientan; lo importante es no hacer estas cosas”. Dice que su papá lo castiga “porque él dice que somos hijos del rigor”. “A veces me da mucha rabia cuando me azota con el cinto o me tira patadas y trompadas, pero en realidad siento más pena que bronca la mayoría de las veces. El nunca pudo estudiar, porque no le da la cabeza. Lo poco que tiene lo usa para comprar bebida y emborracharse. Aún así mi papá sdice que trabajar desde chico es algo normal, que cuando él tenía mi edad trabajar alejaba a los chicos de de ser ladrones y les enseñaba a ser honestos”, detalló. - ¿Y a tu madre también la golpea? - “No, jamás la tocó. Siempre se la agarra con nosotros. Pero a la chancletuda, como le decimos a mi vieja, no le gusta que nos maltrate pero a la vez lo justifica porque dice que está alcoholizado. Dos de mis tres hermanos mayores se fueron de casa para no lastimarlo”, describió. “Cuando tenga 18 años me voy a ir al sur. Dicen que en la Patagonia se gana bien y uno puede ahorrar y estudiar. Me gustan Río Gallegos o Comodoro Rivadavia. Sueño con estudiar algo relacionado con los combustibles, con el petróleo. En ese rubro se gana mucho, se vive y se conoce a gente importante”, se ilusiona Martín.“¿Si puedo juntar $40 o $50 por día limpiando vidrios en los semáforos? Bueno, ahora es más difícil, porque son muchos los que quieren vivir de esta actividad. Los hombres son más desconsiderados, pero generosos para la propina. Las mujeres se conmueven, a veces no les damos tiempo a reaccionar, pero son más amarretas. También debo reconocer que si no tienen guita nos regalan pan, galletas, un caramelo o un chocolate”.

La inocencia perdida



Alrededor 14.000 chicos, de entre 5 y 17 años, trabajan en Tucumán. Los ministerios de Educación y de Trabajo de la Nación, a través de un plan de inclusión educativa, que ejecutan con otros gremios procuran reinsertarlos al sistema. Unos 5.000 niños son explotados en actividades rurales de adultos en la provincia. Hasta el 2016 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) quiere erradicar este flagelo.-
Es diminuto y simpático. Le brillan los ojos mientras habla. Su sonrisa amplia deja ver una larga hilera de dientes blancos que contrastan con su tez morena. “Me va más o menos en la escuela porque no tengo mucho tiempo para estudiar”, dice Jonatan, de 12 años, quien reside con su abuela en el barrio Juan XXIII (“La Bombilla”). “Mi mamá vive con otro hombre y a mi papá no lo conozco. Desde hace unos meses vengo aquí (los semáforos de Mate de Luna y Ejército del Norte) desde el lunes hasta el sábado porque quiero tener mi platita. Aquí, limpiando los vidrios de los autos, saco unos 20 pesos por día. Vengo a las ocho o nueve de la mañana y me voy a las cinco”, señala. El chico ingresa a la escuela a las 18 -turno nocturno- y cursa el cuarto grado. “Después de las 12 como un sánguche de milanesa y una gaseosa y listo”, dice el muchachito, hincha de Atlético y Boca. “Mi abuela es buena; yo le doy seis pesos todos los días. Por ahí se enoja porque salgo a trabajar, pero a mí me gusta. Ella es jubilada y me dice que no haga esto porque es peligroso”. Cuando se le pregunta si piensa sobre lo que será en el futuro, se encoje de hombros y responde: “no sé, yo no tengo ninguna ilusión. Estudio por obligación porque no me gusta. Lo que sí quiero es tener otro trabajo mejor, para que no esté en la calle por la lluvia y el calor”.Junto a Jonatan está Mario, de 15 años, quien vive con sus padres en “La Bombilla”. También va a un colegio nocturno, “Solidaridad y Paz”, en Thames y Chile. Contó que “desde chico le ayudaba a mi viejo como capachero, pero ahora vengo aquí (Mate de Luna y Ejército del Norte) porque me gusta, los acompaño a mis amigos y de paso gano $ 25 por día”. Agregó que en su casa tiene para comer. “Esto que gano acá es para comprarme pilchas y zapatillas”.Carla, de 10 años, vive en Villa Amalia. En sus manos tiene varias boletas de Telekino que ofrece en la City a transeúntes indiferentes que apuran el paso para llegar a los bancos antes de la hora de cierre. “Quiero seguir estudiando; cuando sea grande quiero ser maestra”, señala con firmeza La pequeña dice que todas las mañanas, hasta las 13, vende ilusiones de varios miles de pesos. Es una tarea que desarrolla desde hace un año junto a su padre y cuatro hermanos. “Después de que vendo las boletas me voy a la casa porque a las 2 entro a la escuela. Ando bien, me gustan Historia y Geografía. Tengo tiempo para estudiar cuando salgo de la clase”, detalla. Ante el pedido del cronista, lo guía para que se encuentre con su padre. El hombre vocea el Telekino sobre una acera de Junín al 100 junto a otro de sus hijos. “Yo sé que los chicos tienen que estudiar y jugar. Pero quedé viudo hace dos años y me la tuve que bancar desde entonces. Los chicos me tienen que colaborar porque solo no puedo”.


Los 12 oficios habituales



Mendigos En las calles, lugares públicos, estaciones de transporte, semáforos, domicilios privados. Niños que cargan bebés, bajo el control de mayores.

Limpiecistas de parabrisasEstán en las esquinas con semáforos.
Vendedores ambulantes Venden caramelos, golosinas, chocolates, CD y DVD ilegalmente copiados (truchos), utensilios, lapiceras en bares, restaurantes, transportes, galerías.

Recolectores de Basura, Cartoneros Son acompañados por su familia. Los niños seleccionan y clasifican los residuos que se pueden vender.

Jardineros Ayudan en trabajos pesados de jardinería con sus padres .
Acomodadores y acarreadores Se hacen cargo de acomodar los cajones de frutas o verduras y carritos de los clientes en el Mercofrut.

Auxilares de ClubesTrabajan en instituciones deportivas o civiles en limpieza, acarreo y luego guardado de equipos, en las cantinas, etcétera. Sus labores se intensifican los fines de semana y días feriados o de torneos.

Auxiliares de Talleres y de Comercios Cumplen tareas en talleres mecánicos, en comercios de ropa, zapatería.

Lavadores de Autos y Camionetas Muchos se encuentran en la avenida Wenceslao Posse. Trabajan con sus familias.
Auxiliares de Cortadas de Ladrillos Por lo general trabajan con sus familia. No figuran en libros ni en recibos pero sus horas son cobradas por los mayores. En las inspecciones por lo general declaran que lo están acompañando, nunca trabajando.
Cosechadores y Recolectores De tabaco, papa, frutilla, arándano, hortalizas. Hubo una caida en los recolectores de citrus, pero por lo general ocurre cuando se debe exportar, debido a las exigencias internacionales. La mayoría de los países europeos rescinde

Lustrabotas Era el rubro con mayor presencia infantil. Había decaído un poco hasta el año pasado pero desde que se agudizó la crisis global volvió a incrementarse, al igual que los limpiadores de vidrios de autos en semáforos.


No se considera trabajo limpiar vidrios de autos


Un funcionario afirma que detrás de la tarea de los chicos en los semáforos “no existe un empresario que les paga para que lo hagan”. En en NOA, “es un problema cultural”. “El trabajo infantil tuvo un sensible descenso en los últimos años en Tucumán, sobre todo en el sector de la citricultura, debido fundamentalmente a los controles que realizan las empresas sobre los contratistas de obreros que trabajan en las fincas. Esto se debe a que la Comunidad Europea -donde va la mayoría de los embarques de limones- es muy estricta con respecto a la explotación laboral de los niños, al punto de que cuando descubre esta anomalía deja sin efecto la compra de cítricos”. Así se expresó ante LA GACETA el director de Trabajo de la provincia, Jorge Blasco.El funcionario indicó que en las actividades ligadas a la frutilla, al tabaco, a la papa y en las cortadas de ladrillos es donde se pone el esfuerzo para combatir estas irregularidades. Aclaró que los chicos que limpian vidrios de autos en los semáforos “no están incluidos en el trabajo infantil porque detrás de su tarea no existe un empresario que les paga para que lo haga”. Indicó que, según la ley, hasta los 15 años de edad los niños no deben trabajar. Desde los 16 en adelante sí pueden hacerlo, pero con autorización de los padres. Y desde los 18 pueden hacerlo sin autorización. De todas formas, aclaró, la jornada laboral no debe exceder las seis horas y no deben realizar tareas insalubres ni trabajo nocturno.. Sobre la tarea de la repartición a su cargo, señaló que “trabajamos en las líneas represiva y sancionatoria, a través de multas y sumarios. Pero esto no se soluciona sólo así, ya que además hay que asistir a los niños. El Ministerio de Trabajo de la Nación implementa becas a través de Ministerio de Educación de la provincia: es una especie de plan tipo Jefas y Jefes de Hogar para el padre y una beca para el chico a fin de que termine la educación obligatoria de nueve años. Y también se asiste a los hermanos”.Blasco apuntó que “ahora nos queda lo más duro: el tema cultural. En el Norte del país, los padres no ven como algo malo que sus hijos menores trabajen. Es más, en el campo no es mal visto que el chico coopere con la familia. Le dicen, por ejemplo, ‘hijo de tigre’ al niño trabajador. O sea, es bien visto culturalmente”. Por ello, indicó que desde la repartición se realizan campañas de difusión contra el trabajo infantil y charlas en escuelas y sindicatos “donde se pone énfasis en que esta actividad no tiene que ser bien vista por la sociedad”. El funcionario destacó la tarea de sindicatos como Uatre, Fotia y ATSA, y de entidades como la Fundación Juan XXIII y Copreti (Comisión Provincial para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil).

Deserción Escolar

“Todavía hay problemas de deserción escolar durante las cosechas de la frutilla (septiembre) y de la papa (octubre), por dar un ejemplo. La UATRA está trabajando con el Ministerio de Educación de la Nación en este tema. Todavía son muchos los niños que abandonan la escuela para trabajar y ayudar al sustento de su familias”, dijo Pellasio
“El 25% de los trabajadores de la actividad tabacalera son menores de entre 6 y 17 años”, dijo a LA GACETA Jesús Pellasio, dirigente de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre).El dirigente estimó que hay más de 14.000 ninños trabajando en esta provincia.“Tal vez se haya reducido un poco el número hasta antes de la crisis global, pero ahora se incrementó”, estimó. Aún más, Pellasio consideró que en la actividad rural hubo una caída de la cantidad de chicos que trabajan en la actividad citrícola. “Pero cuando se termina el período de exportación se vuelve a contratar a menores, porque es una mano de obra más accesible que la calificada y no ponen en riesgo los contratos internacionales”.No obstante ello, el dirigente rural admitió que el Plan Nacional de Finalización de Estudios Secundarios (FinEs) que impulsa el Ministerio de Educación de la Nación con la Uatre está en plena ejecución.“Este programa -en esta primera etapa- está destinado a la finalización de los estudios secundarios de jóvenes y adultos que terminaron de cursar, como alumnos regulares, el último año de la educación secundaria (bachiller, técnica, comercial, polimodal, de adultos) y adeudan materias. Desde este año, además de continuar con la primera etapa, se implementa el Plan destinado a los jóvenes y adultos mayores de 18 años que no iniciaron o no terminaron la primaria o la secundaria”. Alrededor de 50 sindicatos firmaron el convenio del Programa de Alfabetización Rural (PAR) de la Uatre. “No hace falta mirar las estadísticas, sino las c alles, para darse cuenta de que el trabajo infantil en las zonas urbanas creció. Se lo nota en los semáforos y bares”, agregó.

Datos y opiniones

RIESGOS (I) El lector Adrián Sosa contó, el 27 de mayo, que presenció cómo un taxista le tironeó el pelo a una niña que limpiaba vidrios. “Yo, que estaba atrás con mi auto, le toqué bocina. Como la nena se puso a llorar, el tipo quiso calmarla con dos pesos. La vida de estos chicos ya es complicada ¿encima tenemos que castigarlos? Ese taxista ¿tendrá hijos? ¿le gustará que les peguen en la calle?”, preguntò Sosa.

RIESGO (II). “Un niño obligado a trabajar es una víctima inocente de la irresponsabilidad de los adultos. Por eso el problema no es menor frente a las consecuencias que tiene en la sociedad. Y esto va para los que proclaman la pena de muerte o más cárceles en la sociedad y que miran de reojo los dramas de los niños”, dice la pedagoga Claudia Quinteros

CELEBRACION: Desde 2002, cada 12 de junio se celebra el Día Mundial contra el Trabajo Infantil . La Organización Internacional del Trabajo (OIT) dipuso que ese mismo día se conmemore la lucha contra la explotación infantil.

DOS MILLONES de niños son víctimas del trabajo infantil en América Latina.

Cifras14.000chicos trabajan en esta provincia, según estimaciones gremiales.
5.000niños cumplen labores de adultos en Tucumán, en las cosechas hortícolas, de tabaco, de frutilla, de arándano, de caña, de citrus y en la actividad ladrillera.
67%de los menores de 5 a 13 años que trabaja en el país lo hace con sus padres.

1.500 niños trabajan en las calles en San Miguel de Tucumán (estimaciones de 2008).